viernes, 30 de septiembre de 2016

Tizón



Yo soy de un pueblo pequeño,
perdido entre las montañas.
Donde se pasan los días,
tranquilos, sin sobresaltos,
allí, nunca pasa nada.

Hace años que me vine,
 aunque vuelvo los veranos
para que mis hijos respiren
el aire de las montañas
que yo, afirmo que es muy sano.

En agosto hace seis años
me vinieron mis chiquillos
gritándome, acongojados
allí, hay un cachorrillo negro,
un moribundo perrillo.

Nos lo llevamos a casa,
le curamos las heridas,
preguntamos en el pueblo,
a quién le pertenecía.

No es de nadie, nos dijeron.
a principio de verano,
un coche de forasteros
por aquí, lo abandonaron.

Las heridas, se las ha hecho,
ese chaval, el Perico
que es, más malo que la quina.
¡Qué travieso es ese crío!

Agosto ya se termina,
volvemos a la capital
no, encontramos a Tizón,
 el cachorro está curado
y le gusta mucho jugar.

Vamos en busca de Perico,
nos dice: Yo, no le he hecho daño,
han venido en un coche,
esos hombres, los laceros.
Tizón, se ha dejado coger,
en la jaula lo metieron.

¿De dónde son, esos laceros?
Creo que, de la Diputación,
vienen aquí los veranos,
 recogen, a los perros sueltos

¿Sólo vienen en verano?
Si, vienen tres o cuatro veces,
ya que, por el mes de junio,
muchos perros aparecen.

¡Ay!¡Ay! Esos son los cachorritos
que trajeron los Reyes Magos,
se han puesto ya creciditos,
requieren muchos cuidados.

Y cómo no quieren,
o no pueden dárselos,
se lo traen a la sierra
y, lo dejan abandonados.

¿Tú sabes dónde los llevan?
Lo llevan a la perrera,
que hay en la capital,
creo que se llama Municipal,
o Perrera Provincial.

Yo pienso en este perrito,
que le hemos puesto Tizón.
Es negro, de un negro limpio
pero tiene algo en la cara,
que me llama la atención,

Mi mujer, dice lo mismo,
igual dicen los chiquillos,
en verdad un algo tiene,
que te cautiva ese perrillo.

Al llegar a la capital,
hemos idos a la perrera
nos han dado un gran disgusto,
al decirnos que a Tizón
lo han adoptado los bomberos
para tenerlo de mascota
y como amigo de juegos.

En casa, todos los días
es cierto que le recordamos,
no hablamos mucho de él,
aunque al volver a mi pueblo,
en agosto los veranos.

Miramos por si otro perro,
está herido o, necesitando cuidados.
Creo que, aunque no lo digamos,
todos, a Tizón buscamos.

El diecisiete de agosto
 en el río, nos estábamos bañando
y oímos un fuerte crujido,
luego un ensordecedor ruido,
la tierra estaba temblado.

A continuación, silencio,
el no oír nada, daba espanto.
Ni una cigarra cantaba,
ni el trino de ningún pájaro.

Cuando miramos al pueblo.
¡Dios Santo!  ¿Qué había pasado?
Una nube de polvo muy densa,
al cielo estaba escalando.

Mis hijos me preguntaron.
¿Papá qué ha sido eso?
¡Hijos míos, un terremoto!
El pueblo se ha derrumbado,
vamos corriendo a socorrerlos,
nos están necesitando.

Al llegar, que horror.
Lo que hemos contemplado,
un corrimiento de tierra,
al pueblo, ha sepultado.

Sólo catorce mujeres,
y once hombres, se han salvado,
también cuatro niños y seis niñas,
que no lloran, que no hablan
están, como petrificados.

Mi mujer, no vino al río
 con nosotros a bañarnos
ella, también se ha salvado.
 La encontramos por el camino,
ya que venía a traernos,
unos bocadillos y helados.

He reunido a los hombres
y les he dicho ¡Apuráos!
Vamos a organizarnos,
nos dispersaremos.

Oíd con atención
cualquier ruido aquí abajo
 que nos indique si hay vivos,
entre los que están sepultados
y rápidos a rescatarlos.
  

No se oye nada, ni un gemido,
 ningún un golpe, ningún llanto,
con las manos y las dos palas,
comenzamos a escarbar.

¡Qué desilusión! ¡Qué desconsuelo!
Nos invadió a todos, Dios lo sabe.
Desenterramos al primero,
 y era un niño ya cadáver.

Una joven superviviente,
sudamericana, embarazada
con las manos, sujetaba su vientre,
llorando me preguntaba.

 ¿No tiene usted un celular?
Para poder pedir auxilio,
necesitamos ayuda,
¡Hable con la capital!

No había pensado en mi móvil,
con muy poca cobertura.
He comunicado a protección civil.
Lo que ha ocurrido aquí.

Me han prometido,
que mandan a toda prisa
un helicóptero con un médico
y que en poco tiempo, aterrizan
con un equipo de bomberos,

 Ha llegado el autogiro,
con una enfermera y un médico,
el piloto, tres bomberos,
y un hermoso perro negro.

 El perro al tomar tierra
se ha dirigido hacia nosotros,
    moviendo el rabo, muy contento,
dando saltos como loco.

Ha parado de dar saltos,
ha mirado a los bomberos,
dando un seco ladrido
y corriendo como un poseso
de nuestra vista,
  ha desaparecido.

Hay un sepultado vivo
el perro, no se equivoca,
tiene un olfato muy fino
como su nariz, hay pocas.

Nos fuimos en pos del perro
con las patas,
lo encontramos escarbando.
Ya sangraba por las uñas,
rugía como un jabato.

Siempre que huele a un sepultado
se queda quieto y mirando
al lugar donde se encuentra,
Parece que está diciendo.
Ahí hay uno vivo, ¡Sacadlo!

El perro sigue escarbando,
no lo pueden detener.
Yo pienso, dice un bombero:
Que conoce a la persona,
a la que intenta socorrer.

O que le queda poca vida
y nos quiere demostrar,
que el oxígeno se le acaba,
y que rápido hay que actuar.

   Entre todos, con las dos palas
y los equipos,
que los bomberos, han traído,
 hemos sacado a un muchacho
que, en la cueva en una roca
ha quedado enterrado vivo.

El perro, se elevó sobre sus patas
para oler al rescatado.
Con la lengua la cara del joven
está acariciando, o ¿Lavando?

Santo es el señor Jesús.
¡Si es Perico! el, mata perros,
que en esa cueva se mete,
para fumarse los porros,

El médico, ordena al piloto,
que urgente, se haga el traslado.
El joven tiene muy mal los pulmones,
del polvo que ha respirado.




Enfermera: Haga el favor,
de acompañarlo y cuidarlo,
lo que yo le puedo hacer,
ya lo he hecho,
ahora lo dejo a su cuidado,
hasta que quede ingresado.

El perro, hacia el helicóptero
al joven, ha acompañado,
hasta que con sus hélices rotando,
del suelo se ha elevado.

Al mirar al perro,
 un grito, se me ha escapado.
¡Este, es Tizón! Lo reconozco
porque se le caen las lágrimas
y parece que está llorando.

El bombero lo confirma,
se llama Tizón,
lo recogimos en la perrera,
¡Cuántas vidas ha salvado!
 Rescatando a sepultados.

Es raro, pero en los siniestros
todos hemos observados,
que derrama muchas lágrimas,
parece que está llorando.

Pensábamos, que sea el polvo,
o tal vez que sea el sol,
 lo que molestias le cause,
dice el veterinario: Que es alergia.

Nosotros de pequeñito, lo curamos,
que lo había medio matado
el joven que va camino del hospital,
al que hemos rescatado.

Casi un mes lo tuvimos en casa,
alguna vez lo vimos llorar
 no, por dolor de sus heridas,
estaba curado ya.

Durante días Tizón,
no ha parado de trabajar
 ya, no puede haber supervivientes,
Tizón y el equipo de bomberos
regresan a la capital.

Nosotros también hemos vuelto
tristes, desilusionados.
De trescientos veinte residentes,
sólo cuarenta y uno,
nos hemos salvado.

Sabemos que lentamente
nos iremos reponiendo,
profesionales nos ayudan,
también nos ayudará el tiempo.

Perico en el Hospital
también se está reponiendo.
Ha salido de la UCI.
Los Doctores, están muy contentos.

Dando un paseo
sin proponérnoslo.
Hemos llegado al Parque,
del Real Cuerpo de Bombero.

Preguntamos por Tizón,
 inesperadas noticias nos han dado
el perro, desapareció hace tres días,
 no hay nada, ni rastro, ni pistas.

Nos invitaron a un café
y estando en la cafetería,
que alegría nos dio a todos
oír por megafonía.

¡Atención a todo El Cuerpo!
Tizón, ha aparecido,
se encuentra
en el Hospital Universitario,
para ir a rescatarlo
se necesitan, dos voluntarios.

Su cuidador y un cabo
han sido los afortunados.
Se lo han jugado a los chinos
y a ellos dos les ha tocado.

Han regresado con el perro
y con una bonita historia,
que Tizón ha protagonizado,
llegó hace tres días al HOSPITAL
y sin moverse en la puerta,
se ha quedado.

De repente, al centro ha entrado,
en la hitación de Perico
como un rayo se ha colado,
saltando sobre la cama.

A lamerle las heridas,
ladrar y mover de contento el rabo,
ha formado tal revuelo
que, a la perrera han llamado.

Perico ha pedido tranquilidad
diciendo: No tengan miedo,
este perro es mi salvador,
ha venido a visitarme
es, del Parque de Bomberos.

Cuando él era un cachorrillo
yo, a pedradas lo deje
muy mal herido, medio muerto.
Me rescató cuando el terremoto
ahora viene a visitarme,
es mucho mejor que yo
 que dicen, que soy humano.

Han transcurrido tres meses
a Perico, ya restablecido,
el alta médica le han dado.
Un Asistente Social de La Juta
ha venido a recogerle
 como previamente habían acordado.

Lo han instalado, en un piso tutelado,
convive con tres compañeros
y dos jóvenes educadores.
Viven en muy buena armonía
que son familia, se diría.

Perico, se quedó solo,
padres, hermanos, tíos,
 primos y abuelos murieron
en el terremoto, todos desaparecieron.

El joven tutelado por La Junta
estudia mucho, es aplicado.
Ha terminado la EGB
y continúa estudiando.

Cada domingo
se da una vuelta por el rastro,
entra en El Parque de Bombero
a visitar a Tizón que, en la puerta
parece estar esperándolo.

Pasan un rato agradable
los dos jugando y correteando,
se diría que son dos chiquillos
y uno, es un perro
y el otro, un joven,
de casi dieciocho años.

Perico, un día entra en el piso,
como un loco gritando:
¡He aprobado, estoy dentro!
¡Estoy dentro, he aprobado!

Sus compañeros le dicen:
 Tú siempre, lo apruebas todo.
¿A qué viene este alboroto?
¿A qué te habrás presentado?

Para bombero, amigo mío,
he pasado todas las pruebas;
la física, la teórica y la médica,
con la máxima puntuación
y el primero yo he quedado.

Ya es un bombero de cuerpo entero,
las practicas ha terminado,
también aquí ha sido el primero,
muchas felicitaciones, ha recibido
de jefes y compañeros.

Perico, en sus intervenciones
demuestra ser, un bombero valiente,
un trabajador incansable,
inteligente y, muy prudente.

Cuando no está en un servicio,
o practicando en las pistas
está, con TIZÓN jugando
o le está haciendo caricias.

Así va transcurriendo el tiempo,
el perro ya tiene diez años,
los pelos de alrededor del hocico,
se le está poniendo blanco.

En el parque todos temen
el día, que llegará pronto
que al bravo y heroico Tizón
   tengamos que jubilarlo.

La alarma, un servicio urgente
Tizón, ya no sube al camión,
siempre lo hacía el primero,
ahora ya se queda en tierra.
come poco, no tiene ganas de juegos.

Sale una dotación
a cuyo mando va Perico,
que hace tan sólo días
a Cabo, lo han ascendido.

El fuego es, en una casa de vecinos,
en un viejo corralón.
Donde cada familia vive
con los hijos y los abuelos,
en una sola habitación.

El siniestro es, en una calle estrecha,
donde el camión
apenas si puede entrar,
una madre está gritando:
¡Mi hijo, mi niño!
¡Se ha quedado dentro!
¡Me lo tienen que sacar!   

PERICO, con la máscara
y la botella de oxígeno
ha entrado
perdiéndose entre las llamas,
sus compañeros, le enfrían la salida
con potentes chorros de agua.

Transcurridos un par,
de eternos minutos.
Perico sale,
con el niño envuelto en ropas.
¡Cómo grita el chiquillo!
¡Mi perra, mi perrita!
¡Que está dentro, que se quema!

Vuelve a entrar al poco tiempo
entre el fuego, se divisa
la silueta del bombero,
pero al llegar a la puerta,
cae una viga, que a Perico.
deja tumbado en el suelo.

La perrita, se ha salvado
corriendo, ha venido hacia su dueño.
Al Cabo, rápidamente
lo han rescatado sus compañeros,

la viga, le ha golpeado la cabeza,
ya no se puede hacer nada.
Como los elegidos, como los héroes,
el Cabo Perico, ha muerto.

La capilla ardiente se instala
en el interior de Parque
del Real Cuerpo de Bomberos.
A los pies del féretro está echado,
Tizón, ese bondadoso perro.
Al lado una joven, su novia,
que llora, toda vestida de negro.

Terminado el funeral
han ido a retirar al perro,
no se mueve, no lagrimea, no llora,
TIZÓN…ha muerto.

En el Real Cuerpo de Bomberos,
 hay doble duelo.
Han perdido al Heroico Perico
y a TIZÓN,
del mundo, el mejor perro.

Mucha tristeza y dolor
embargan a los bomberos,
el cuidador de TIZÓN,
quiere darles una sorpresa
que les alegre un poquito
si es posible el corazón.

Venid a mi coche,
por favor, mirad esto.
Nácar, mi perrita blanca,
ha parido a todos estos.

Una camada de perros,
todos menos uno, negros,
alegres y juguetones.
llenaban el maletero.

Decenas de exclamaciones,
alguien gritó con razón:
 Milagro, no puedo creerlo,
 si son, en miniaturas ¡Tizones!

Uno, dos…¿cuántos hay ?
Son seis.
Cinco machos, negros como el padre,
y una hembra, mitad padre,
mitad madre.

Es esta pequeñita gris perla
parece un montoncito de ceniza.
La hemos dado de nombre:
Cenicienta.

Este que es el más grandote
se llama Tizón Segundo,
se va quedar con nosotros,
será como fue su padre,
el mejor perro del mundo.

Aunque la Ley no permite
el heredar un puesto de trabajo,
su padre fue el Rey de los perros
por eso, tiene derecho,
al trabajo y al título

Este otro es Picón.
Lo mandaremos,
con los bomberos de Cádiz.
También será un campeón.
como los van a ser
los seis hijos de Tizón.

Carbón, ira a Granada,
Cisco, lo he prometido a Sevilla
y al último macho Hollín,
lo mandaremos a Melilla.

Cenicienta, ya tiene dueños,
esa estupenda familia
de componentes tan buenos
que tanto nos ayudó,
cuando lo del terremoto en la serranía,
la que a Tizón curó.

Reunidos en asamblea,
todo El Cuerpo de Bomberos.
en una colecta,
han recaudado dinero,
le harán a Tizón, un monumento.

Los cachorros han crecido,
todos tienen
la misma actitud del padre,
 han participado en Asia,
y en América Latina,
en numerosos rescates.

La estatua de Tizón
sobre un pedestal está emplazada,
en el Real Parque de Bomberos,
en el jardín de la entrada.

Al pasar todos exclaman:
Parece, que está vivo el perro.
El escultor ha hecho,
una gran obra de arte,
de un bloque de mármol negro.  

A la cara, le ha dado la expresión
que tenía TIZÓN, cuando lloraba.
Esa expresión
que nadie sabía del porqué,
y que a todos cautivaba.

 Mirando a mi perrita Cenicienta,
he conseguido averiguar,
que Tizón y sus hijos al llorar,
en los ojos,
tienen humana expresión,
y un corazón, casi humano.


A los profesionales que día a día,
exponen sus vidas,
por salvar las nuestras.
GRACIAS.



AsdG.  27 octubre 2005

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